No gano nada diciendo
que’l cielo está que arde
para contar de aquel anaranjado
pálido tan cerca
de las seis de la mañana
pero son las siete y es invierno
y le acabo de torcer, quizás
una ramita a nuestro árbol
no sé si era mía tal vez
o acaso de los dos
No increpes mucho, mi amor
si preferís saber poco
aunque algo, un poquito, tendré que decir
que las noches de frío
y tan lejos los dos
abren bosques –piso nieve–
tan perdido como cuando
aquella vez
paraste por la ruta en
la ex-casa de un tal Frost
y en el claro y el silencio
me dejaste ir con el perro
ahí más lejos que tus pies
te arrastraron
por ventura
te quedaste
un poco atrás
esperando en mal humor
disipado fue después
cuando tuve que gritar
tu nombre como acá
otra vez
acortando la distancia con
un mensaje
que te llegue
cerca de’sa puerta que
nunca abriste
“así mejor”
vos dirás
pero yo
que ahí afuera
me salí
con mis manos
recorrí
otro cuerpo
tibio que
a mi lado
en un vaivén
su respiración sentí
sube y baja
pecho y
un desliz
con el antebrazo dí
a mi palma
entre tus pies
tropecé o me dejé
disfrutar
la pierna con
pocos pelos
y un calzón
que’l bajó para ofrecer
otro sube y baja que
terminó
mi primera vez
un amor que nunca fué
para poder empezar
ésa vida que los dos
al regar
yo ví crecer
y hoy me lleva a confesar
si una rama yo partí
por mis ganas de explorar
sobre aviso
te advertí
sé que’s fácil confundir
y agrandar lo que
con un “crack” puede sonar
en el silencio total
que atraviesa
vos y yo
confundir
decía yo
un sonido corto con
una pausa entre los dos,
del silencio
largo que
parte nuestra
también es.
Sólo te intento decir
que mi amor, vos sos la vida
yo el que peca
puesto que
reglamentos si los hay
fueron puestos
para qué?
“proteger”
“seguridad”
pero te aclaro que
siempre a tus labios yo
con mis versos
volveré