Un seminarista se acababa de ordenar sacerdote e iba a dar su primer sermón. Estaba muy nervioso, así que el obispo le dijo que no se preocupara porque cuando llegara el momento de la homilía, él se ubicaría en un lugar estratégico para tirarle letra en caso de que fuera necesario.
El sermón trataba sobre la resurrección de Lázaro...todo iba muy bien, hasta que llegó el momento en que Jesús resucita a su amigo. Y el sacerdote muy embalado dice: "Jesús, le dice, 'Lázaro, levántate', y su amigo se levantó y andó".
El obispo, rojo de enojo, le grita por lo bajo, "Anduvo, tarado, anduvo!!!".
El sacerdote novel, ni lento ni perezoso, aclaró, "Si, si, si, anduvo tarado un tiempo, pero después se recuperó."